Un corazón inquieto
- Parroquia N. S. de la Peña y San Felipe Neri
- hace 2 días
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Cuando en el siglo V el gran Imperio romano empezaba a resquebrajarse y las grandes ciudades imperiales eran invadidas por las tribus bárbaras, cuando para muchos parecía que se ponía el sol y se avecinaba una oscura noche, surgió un destello en el corazón de un hombre que iluminó la historia y devolvió la esperanza a los que la habían perdido. Ese hombre, dotado de grandes capacidades intelectuales, poseía sobre todo un corazón inquieto. Y precisamente este corazón no le dejó tranquilo cuando quiso encerrarse en una vida mediocre de pecado. Cuando iba de fiesta en fiesta, cuando se juntaba con cualquiera para seguir la última corriente filosófica de moda. Fue este corazón -que es igual que el tuyo y el mío- el que le llevó a exclamar unos años después, mirando su pasado:
Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.
Su nombre era Agustín. El hijo de Patricio y de Mónica. El gran orador. El santo. San Agustín.
Hace unos días, los jóvenes de la parroquia peregrinamos a Roma para encontrarnos, junto a la tumba de los Apóstoles, con el sucesor de Pedro. Y el papa León, hijo espiritual de san Agustín, nos recordó, en esta época de la historia en la que también puede parecer que se derrumba el mundo que conocemos y que viene la oscuridad, que la verdad no defrauda. Que tenemos que tener un corazón como el de san Agustín, inquieto, en búsqueda. Porque así nos ha creado Dios: para el amor. Para el Amor. No lo podemos negar. Hay un algo que nos impulsa, que nos mueve. No nos valen las cosas mediocres. No nos conformamos con una mentira, ni con el "ir tirando". Necesitamos encontrar el amor. necesitamos encontrar una mirada que no nos juzgue, sino que nos perdone y nos comprenda. Necesitamos conocer un amor que sea fiel, a pesar de nuestros pecados. Necesitamos salir de nuestro propio egoísmo. Necesitamos a Dios.
Agustín buscaba la verdad, la verdad que no defrauda, la belleza que no pasa. Y ¿cómo la encontró? ¿Cómo encontró una amistad sincera, un amor capaz de dar esperanza? Encontrando a quien ya lo estaba buscando, encontrando a Jesucristo. ¿Cómo construyó su futuro? Siguiéndolo a Él, su amigo desde siempre. En palabras suyas: “Ninguna amistad es fiel sino en Cristo”. (Papa León XIV)
El mismo papa León, que también tiene un corazón como el nuestro, nos recordaba unas palabras que hace 25 años dirigió san Juan Pablo II a los jóvenes:
Es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. (San Juan Pablo II)
En cada deseo, en cada decisión que tomamos, en cada sueño, incluso en cada decepción por un fracaso, o en la conciencia que nos remuerde tras un pecado... es a Jesús a quien buscamos. El demonio quiere que no hagamos caso a esa voz, que no luchemos por cambiar, que no miremos hacia arriba. Pero el Señor, hoy y siempre, se dirige a nosotros desde el fondo de nuestros corazones para decirnos:
¡Levántate y anda! (Lc 5, 23)
No te quedes encerrado en tus pecados, revolcándote en ellos. No caigas en el pozo de la tristeza o la desesperación. "Porque eres precioso, y yo te amo", dice el Señor (Is 43, 1-5).
Dentro de unos días, el 7 de septiembre, será canonizado el joven Pier Giorgio Frassati. Este montañero tenía un lema:
Verso l'alto! (hacia lo alto)
Cuando alguna vez podamos vernos tentados a mirar el barro que pisamos, recordemos su grito. ¡Hacia lo alto!¡Hacia Dios! Porque no hemos sido creados para tener una vida mediocre. ¡Hemos sido creados para ser santos! Hemos sido creados... para el Amor. Y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.
A MODO DE EPÍLOGO:
Los santos, aparte de interceder por nosotros desde el cielo y de ser nuestros hermanos mayores, son maestros de vida. Ellos nos enseñan a recorrer el camino hacia Dios, la vía de la felicidad. Por eso nos hace mucho bien conocer sus vidas. Si tienes valor para escuchar el grito de tu corazón, te recomiendo un par de libros que tienen que ver con san Agustín:
"Corazón inquieto", de Luis de Wohl (Editorial Palabra). Una novela muy fácil de leer y muy, muy recomendable sobre la vida de este gran santo.
"Confesiones", del propio san Agustín. Es un poco más complejo de leer, pero si tienes hábito de lectura... ¡es una delicia! Este santo nos abre su corazón y nos lleva por caminos impresionantes.
Y como extra, el enlace con las palabras del Papa en la Vigilia del Jubileo: https://www.vatican.va/content/leo-xiv/es/speeches/2025/august/documents/20250802-veglia-tor-vergata.html
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